Rebelde con casa

Mis compañeros y yo somos personas sin importancia. Pasamos bastante desapercibidos en general. Así que por recibir, no recibimos ni facturas. Nos llega alguna factura de antiguos inquilinos de nuestro actual piso, todos con nombres extrañísimos. ¡Cómo echo de menos esos nombres de toda la vida! ¡Qué daño hizo hace 20 años esa generación de Jonathans y Vanessas! Así que debido a esta circustancia o por simple aburrimiento distribuyo esas cartas o cualquier tipo de panfleto en todos los buzones de los demás vecinos de nuestro piso. Creo que para ellos será divertidísimo y sorprendente. Y yo creo que soy el más malo de un vecindario repleto de ancianos desconfiados, que nos cierran las puertas a toda prisa cuando nos ven acercarnos al portal. Realmente está siendo un hobbie apasionante y lo repito incesantemente. Soy un contestatario. Mi rebeldía ha llegado a un punto en el cual no hemos puesto la placa con nuestros nombres y nuestro piso. Sólo somos el buzón que está entre el 1ºA y el 1ºD. Como he dicho, unos rebeldes. Ese tipo de rebeldes que bajan 6 bolsas de basura juntas. Rebeldes sin causa aparente. O gilipollas sin rumbo.